Volvo. Peñalosa, el alcalde del corto plazo: Julián Triana

   En lo que va del 2016 los bogotanos hemos podido evidenciar que Enrique Peñalosa de ninguna manera es el administrador predilecto que tanto alardeaban sus votantes a finales del año pasado. El alcalde llegó a devolver favores y su Plan de Desarrollo es clara muestra de eso y además de cómo engañar a la ciudadanía con medidas de corto plazo que estudiadas en el tiempo son más perjudiciales que benéficas para Bogotá.
   Comencemos hablando de lo que él mismo llamó “Ciudad Norte”. En tiempos donde el cambio climático es el mayor problema que afronta el mundo, ¿a quién se le ocurre urbanizar gran parte de una reserva forestal con excusa de que así se mitiga un problema de distribución poblacional? ¿Tiene algún sentido agravar un problema mundial para “solucionar” uno local? La simple lógica dice que no, pero la lógica empresarial sí encuentra válida tal actuación. Más aun cuando el Carrusel de Impedimentos (así llamado por la representante Ángela María Robledo) muestra cómo varias personas allegadas al alcalde, o al menos a su administración se beneficiarían de tan indignante conducta. No se está haciendo nada distinto que ignorar un problema que en el futuro cercano alguien tendrá que padecer. Por supuesto, la gente.
   El tema de Transmilenio. Todavía hoy el alcalde es recordado por muchos como aquel que revolucionó el transporte público, pues instauró Transmilenio cuando el sistema de buses de la ciudad era vetusto e ineficaz. Las distancias que antes se recorrían en dos horas pasaron a ocupar solo cuarenta minutos y era menos difícil conectar la ciudad de lado a lado; un aplauso para el gran gerente. ¿Entonces por qué personas como Jorge Robledo tildan como la peor decisión técnica en la historia de Bogotá el Transmilenio en el año 2000? Sencillo, el problema nunca se solucionó sino se postergó. Hoy lo vemos, los buses no dan abasto, son indignos y el debate sobre la importancia del metro no pierde vigencia. Desechar los mejores estudios de metro que ha tenido la ciudad para empecinadamente seguir apostándole a un sistema que no aguanta más tampoco encuentra justificación en la lógica común pero sí en la lógica empresarial. Es más productivo para Volvo, empresa de la que Peñalosa fuera conferencista años atrás, y para varios de sus amigos mantener a Bogotá fuera de la multimodalidad. ¿Quién sufre las consecuencias? La gente fuera de esa rosca, es decir, la mayoría de nosotros.
   Así mismo, Peñalosa se vanaglorió de haber terminado con el Cartucho y ahora con el Bronx. Sin embargo, solo la capa más superficial ha sido atacada. La falta de políticas públicas para terminar con el problema de las drogas en la ciudad y para resocializar al habitante de calle terminó reflejándose en toda la perdición que vimos, encontraron en el Bronx.  Ahora de la misma manera se demolerá la “L” y el problema seguramente se trasteará por distintas localidades de la ciudad como ya está pasando. Pues vimos que una vez más la administración Peñalosa tiene un número plural de habitantes de calle para mostrar que los baña, los alimenta y les ayuda (en 1999 fueron 240 familias del Cartucho) y se olvida por ejemplo, de los consumidores habituales que ese día no estaban allí o murmura apenas en los medios que la inmensa mayoría de integrantes de las organizaciones criminales se les escaparon la misma tarde. Lo anterior evidencia una medida que vende mucho, que es muy aplaudida pero que una vez más no acaba ningún problema sino se lo transfiere a las siguientes administraciones en otros puntos de la ciudad.
   Peñalosa es sin duda el alcalde del corto plazo por pequeñas y grandes cosas. Una medida que puede parecer minúscula como el pico y placa vista en el tiempo casi que duplicó el número de carros en la ciudad y por ende empeoró el tráfico. También por monumentales decisiones como la venta de empresas públicas para financiar sus proyectos y luego obligar a futuras administraciones a detener proyectos para recuperar el dinero que no se tiene por haber vendido la ya nombrada empresa pública, qué ironía.
   Estoy convencido de que las soluciones que no arreglan un problema de raíz se convierten en uno más a reparar. ¿No es acaso mejor una ciudad que se prepare para el futuro cuidando sus reservas y el agua que aquella que desacertadamente se expande para garantizarle el negocio a unos pocos? ¿No favorece más invertir en el mejor metro para Bogotá que después pagar de nuestros bolsillos todos los costos variables de seguir apostándole al lucro que representa Transmilenio? Peñalosa con cada una de sus actuaciones muestra que no y es por mismo que innegablemente es el alcalde del corto plazo.
 @juliantrianana

Peñalosa, el alcalde del corto plazo

Por Julián Triana
En lo que va del 2016 los bogotanos hemos podido evidenciar que Peñalosa de ninguna manera es el administrador predilecto que tanto alardeaban sus votantes a finales del año pasado. El alcalde llegó a devolver favores y su Plan de Desarrollo es clara muestra de eso

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