Esteban Chaves debe hablar de política: Óscar Londoño

   Un grupo destacado de ciclistas colombianos ha generado revuelo luego de sus conquistas en las principales competencias de este deporte a nivel mundial. Esteban Chaves, junto a Nairo Quintana y Rigoberto Urán, son las figuras más representativas de esta generación emergente. El desafío al poder los seduce, ya sea dejando atrás a los mejores en cada etapa, superando las adversidades personales o interviniendo en política.
    Dos años atrás, Nairo Quintana aprovechó su segundo lugar en el Tour de Francia para reclamar una solución justa a las exigencias del movimiento campesino, recordando su experiencia de vida antes de la gloria: “Nosotros perdimos muchos cultivos, hace algunos años nos los arrebataron los bancos y tuvimos que lamentablemente retirarnos y apenas cultivábamos para comer”.
    Esteban Chaves, Nuestro Chaves, luego de su triunfo en la etapa reina del Giro de Italia, se dirigió a Enrique Peñalosa para rechazar, mediante un saludo mordaz, su negativa al paso de la Vuelta Colombia por la Capital. Parece que, en algunos momentos, se hace necesaria la intervención de un Otro, alguien ajeno en apariencia a la política, para hacer trascendente en la opinión un problema de la esfera pública, ante la precaria legitimidad de los partidos o movimientos políticos existentes a la hora de ejercer esta labor.
    En nuestro tiempo, existe un desvanecimiento del sentido democrático en la política, la voluntad popular se enfrenta a grandes obstáculos y se encuentra constreñida por el ejercicio de la violencia y el fenómeno de la corrupción en sus diferentes manifestaciones (compra de votos, malversación de recursos públicos, clientelismo, etc.).
    La influencia del poder económico de los grandes propietarios sobre las instituciones del Estado se presenta con tal fuerza que se impone sobre el bien común y la opinión de la mayoría, la privatización de ISAGEN y de la ETB así lo demuestra. Este paisaje lo completan los partidos políticos, vistos como un engranaje en la reproducción de este círculo vicioso. Dada esta situación, la conformación del Estado y la participación en sus decisiones se ven reducidas a una minoría.
    La gente del común, absorta por el reino de la necesidad en medio de la competencia laboral y la precariedad salarial, se ajustan a la lógica del individualismo intrascendente, sintiéndose impotente frente a un régimen político cooptado por los intereses corporativos. Pese a todo, como un topo, los sectores subalternos cavan galerías dentro de este poder que parece inamovible para encontrar salidas.
    Los movimientos sociales se constituyen en una forma recurrente para adelantar demandas particulares mediante la acción colectiva. Sin negar su importancia y sus conquistas parciales, seguimos enfrentando una encrucijada: el Estado, como cristalización del poder, mantiene su centralidad, decidiendo sobre los temas estratégicos de la economía y demás esferas. Podemos intentar negar esta realidad, aferrados a un ideal antisistema, pero el poder seguirá aplastándonos con su bota de hierro, reprimiendo a los campesinos con el ESMAD o imponiéndose en el Concejo de Bogotá.
    Querámoslo o no, la figura de los partidos o movimientos políticos sigue siendo necesaria, si buscamos rescatar el proyecto democrático y establecer un orden social distinto. Una reforma constitucional para regular el funcionamiento de los partidos es necesaria, pero resulta insuficiente. Sus liderazgos deben representar una forma distinta de articular los intereses de los distintos sectores sociales, haciéndolos participes en la construcción de una propuesta alternativa si queremos confrontar el despotismo de los tecnócratas con falsos títulos académicos.
    Maquiavelo, el consejero florentino del renacimiento, pensó en una prencipe de nuevo tipo, que, a diferencia de los príncipes existentes, accediera al poder sin apelar al principio hereditario o metafísico de una autoridad divina, que contara con el apoyo del pueblo. En una época sin príncipes, la política necesita de figuras como Esteban Chaves, que gocen del respaldo popular por su mérito, atados a un partido que se convierta en su equipo de carrera, conformado por los excluidos y oprimidos que encuentran en su voz la articulación del interés nacional, la resonancia de sus anhelos. 

Esteban Chaves debe hablar de política

Por Óscar Londoño
Un grupo destacado de ciclistas colombianos ha generado revuelo luego de sus conquistas en las principales competencias de este deporte a nivel mundial. Esteban Chaves, junto a Nairo Quintana y Rigoberto Urán, son las figuras más representativas de esta generación emergente. 

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