Bogotá: Las obras públicas dan para todo por ALFREDO DE LEÓN MONSALVO

   «La economía, estúpido» (the economy, stupid), fue una frase muy utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992. Clinton se refería a que era la situación económica de los estadunidenses el problema a resolver.
    La compra y venta de votos en sus diversas formas (dinero, mercados, obras, empleo, contratos, etcétera). El voto de Registraduría representado en registradores y jurados de votación, que juegan a quitar y sumar votos de acuerdo a conveniencias o negocios previamente pactados (el caso UP en Bogotá es apenas un ejemplo, movimiento político al que no le contabilizaron cerca de 4.000 votos, por ignorancia de los jurados o por jugadas maestras que permiten sumar igual número de sufragios a otro partido). Presupuestos y burocracias departamentales y municipales a favor del sucesor. Medios de comunicación parcializados –tipo Rcn, Caracol y Blu Radio–. Elecciones de encuestas: posicionar a un candidato para que tome fuerza se volvió una costumbre electoral en el país, tipo encuestas alcaldía de Bogotá con Peñalosa a la cabeza4. Guerra sucia. bulling tipo Caracol contra Clara López5. Todas y cada una de estas manifestaciones de clientelismo y corrupción, pública y privada, se repitieron de nuevo, como parte de una costumbre ya típica de nuestra democracia clientelizada.
   Las grandes obras públicas dan para todo. Los grandes contratistas peñalosistas lo saben, en especial Vargas Lleras. Ellos también son otro tipo de Noños, los cuales alcanzaron el poder, el gobierno y los recursos, frente a una izquierda que no logró conectarse a profundidad con diversos sectores sociales en la capital del país, dejando el espacio abierto para que el clientelismo de viejo y nuevo tipo retornara a la y se colocará a la cabeza de la administración de la ciudad.
   Parafraseando a este expresidente, sostengo, que antes que cualquier problema de violencia y demás, el nuestro, el colombiano, es: "el clientelismo, estúpido", constituido en uno de nuestros principales escollos para el desarrollo en lo económico y social, y por supuesto, lo político. Y así es porque desde dicha relación se desprende gran parte de la corrupción imperante en el país, así como el gran desequilibrio electoral existente para que los movimientos democráticas y de izquierda puedan competir en relativa igualdad de condiciones a las gubernamentales. De igual manera, el clientelismo es factor determinante en el rezago cultural del país. En este sentido, el clientelismo en las actuales condiciones seguirá siendo el problema a resolver, incluso, con la firma de la paz. Es más. Roy Barreras, gran espadachín santita en el tema de la paz, decía en alguna ocasión: "que vengan, que aquí los molemos", en referencia a las Farc. Y claro, con el clientelismo en sus diversas expresiones, a cualquier movimiento político alternativo a la izquierda o al centro, el clientelismo lo barre. O sino, ¿quién es capaz de hacer política seria y honesta al lado, por colocar solo algunos nombres, de Germán Vargas Lleras en La Guajira; los Ñoños en Córdoba; los Char, Gerleín y Efraín Cepeda en el Atlántico, y Roy y Dilian Francisca Toro en el Valle? Que a veces hay chispazos: sí, los hay, pero por lo general, son eso, chispazos.
   Las recientes elecciones municipales y departamentales 2015 demostraron, que hasta la expresión más viva del clientelismo, representada en los partidos liberal, conservador y de la U, son barridos de sus escenarios cuando de sus entrañas sale un monstruo más poderoso; este fue el caso del autodenominado "Cambio Radical", que de cambio no tiene nada, y de radical tiene el presupuesto de obras del gobierno Santos. Pero sobre todo, la publicidad a su favor.
   No se había dado antes, que un ministro, caso Germán Vargas Lleras, con movimiento político propio, hiciera uso de su cargo, pero especialmente, de los recursos de los colombianos –manejados por el Estado–, para beneficio propio, con apoyo taimado del Presidente, lo cual le facilitó que a donde llegaba prometiendo obras ganara adeptos para sus candidatos, incluyendo la cuestionada hoy gobernadora del deprimido y expoliado departamento de La Guajira, la llamada "princesa negra" Oneida Pinto Pérez, aliada del "asesino" Kiko Gómez. Hasta el uribismo, representado en el movimiento Centro Democrático, otrora dueño del poder en Colombia a través de la burocracia y el presupuesto, se quejó de la descompensación gubernamental a favor de Cambio Radical1. No en vano se dice, que políticos bogotanos de la talla de Vargas Lleras y Santos, son estadistas en Bogotá y clientelistas en las regiones.
   Clientelismo extensivo. Las más de 1.123 administraciones municipales y distritales 2011-2015, dejaron 892 sancionados, de los cuales la U tuvo 121 revocados, Alianza Verde 111, igual cifra Opción Ciudadana y 33 del llamado grupo significativo de ciudadanos por firmas.
   Sancionados que se resisten. Para las elecciones de 2015 la Fundación Paz y Reconciliación, en un simple análisis, demostró 152 candidaturas cuestionadas2. De estos, la mayoría aspiró a la reelección a través de familiares, fueran hermanos, primos, sobrinos o esposas y esposos. Diríamos, "lazos familiares del clientelismo". Ya antes lo habían hecho los parapolíticos por medio de lo que es conocido como "la política o la parapolítica en cuerpo ajeno". Situación que volvió a repetirse en las elecciones 2015, en las que los partidos Cambio Radical y de la U fueron de los que más familiares de parapolíticos apoyaron por medio de su aval3. Ni que decir de Horacio Serpa Uribe y su apoyo al cuestionado Didier Tavera en Santander y Luis Pérez Gutiérrez en Antioquia.
   Las anteriores cifras demuestran que las administraciones públicas han pasado de la tradicional captura del clientelismo al clientelismo mafioso, caracterizado por disponer de los presupuestos públicos para el más desvergonzado enriquecimiento ilícito. A los partidos políticos descaradamente nada les impide avalar candidaturas mafiosas y corruptas, con tal de participar de parte del poder municipal, y a futuro contar con aliados para las elecciones presidenciales y parlamentarias. En su momento Kiko Gómez –cuestionado por asesinato de sus contrincantes–, fue avalado y apoyado por Cambio Radical, a pesar de ser públicas sus andanzas, y sirvió de soporte para la reelección de Álvaro Uribe II y la elección de Santos I.
   Todo lo anterior demuestra que las administraciones públicas en sus diversas expresiones constituyen el escenario propicio para el clientelismo, basado en las siguientes fases:
- Fase I: Se dispone de presupuestos privados o públicos para "ganar" gobierno.
- Fase II: Se llega a la administración municipal, distrital o departamental y se dispone del presupuesto y de la burocracia.
- Fase III: Se pagan favores a contratistas, amigos y familiares.
- Fase IV: Se cuenta con una base reeleccionista, asegurándose la misma a través de un familiar o amigo cercano. Se repite el ciclo.

Democracia al cliente

    Ante tales situaciones cabe la pregunta, ¿es Colombia una nación democrática por aquello de que realiza elecciones de manera periódica? Para los politólogos de derecha, tipo Fernando Cepeda y Posada Carbó, así como para la inmensa mayoría de medios de comunicación oficiosos, somos un país democrático, y según estos, somos supuestamente la democracia más antigua y estable de América latina. Lo que no dicen, es el cómo.
   Pues bien, a los ideólogos y a los medios de la derecha, incluyendo al propio uribismo, que hoy le han dado de su propia medicina, hay que recordarles la manera y forma como se llevan a cabo las elecciones en Colombia. Y las recientes, no solo fueron ajenas al más refinado clientelismo, representado en el poder de las grandes obras de construcción de Vargas Lleras, así como sus promesas de vivienda por medio de su ministerio en cuerpo ajeno, de quien su actual ministro no es más que un títere, sino que lo tradicional volvió a la arena pública.
   Más que la compra-venta del voto, con precios que llegaron en algunas partes de la costa Atlántica a $ 150.000 el combo (gobernación - alcaldía - Asamblea y Concejo), lo más paradójico fue que se vieron escenas contraproducentes, como candidatos repartiendo agua en algunas regiones del país –ante la sed del Fenómeno de El Niño–, mercados marcados en medio del hambre en La Guajira6, vivienda con "casas en el aire", etcétera, manifestaciones clientelistas y corruptas que constituyeron el diario vivir de los candidatos en la búsqueda del disputado sufragio.
   Casos llamativos como el de los Ñoños7 en Córdoba, quienes con alusión descarada a la mermelada santista, señalaban que con ellos dicho departamento tendría más apoyo gobiernista si sus candidatos salían electos.
   Por su parte, el candidato del billete, como dicen en la costa Atlántica, era Yahir Acuña, quien para las elecciones 2014 salió electo a la Cámara de Representantes por Sucre, y se dio el lujo de 'vender' su votación para Senado a los entonces candidatos José David Name (hijo del otrora cacique José Name Terán); Efraín Cepeda Sarabia, (llamado en el Atlántico "el rey de la Registraduría"); Julio Miguel Guerra, el hijo del gobernador de Sucre, Julio César Guerra Tulena; Eduardo Pulgar Daza, senador de la U, oriundo del Atlántico, desteñido parlamentario pero hábil clientelista y gran comprador de votos; y Mario Fernández Alcoler, liberal. Pues bien, este personaje, que apoyaba a su esposa a la gobernación de Sucre, ya que él estaba impedido, fue "cogido" a dos días de las elecciones 2015, en una vía de su departamento, con cerca de $ 500 millones en su vehículo particular, sin que a la fecha haya podido explicar origen y destino de dicha suma de dinero, aunque: "blanco es, gallina lo pone, ¿qué será?".
   Sobre Yahir Acuña en su momento señalaron:
   "La fila le daba dos veces la vuelta a la manzana y no era para menos. El representante Yahir Acuña en persona, con la usual simpatía que se le conoce en Sucre, estaba entregando a todo el que la quisiera hacer una botella de whiskey y 20 mil pesos con un respectivo apretón de manos y una sonrisa. Para sus líderes de confianza el billete era de 50 mil. El regalo, les explicaba a todos, era para que tuvieran con qué pagar la entrada a la fiesta de toros y para "la sed"8. Si esto es democracia, apaga y vámonos.
   Las recientes elecciones demostraron una vez más, que más que ideas lo que había de por medio en estos comicios ya no era el tradicional TLC (tamal-lechona-cerveza o teja-ladrillo-cemento), ¡no! esta práctica quedó de lado hace rato. Incluso los 10 y/o 20 votos a que está obligado cualquier empleado vía contrato termino fijo en cualquier dependencia estatal, no determina un buen resultado electoral. Influyen, pero no son la esencia del clientelismo "democrático" colombiano, o mejor, de la democracia clientelizada colombiana.
   Por cierto, esta democracia, la realmente existente en Colombia, cuenta con cerca de 1.000.000 de empleos públicos directos e indirectos en la administración central y millones de familias con Sisbén, grupos a los cuales en época electoral les recuerdan quién es quién con el empleo y el dinero. Recientemente se descubrieron 457 mil muertos que siguen recibiendo subsidios vía Sisbén. El clientelismo sí sabe sacarle provecho a las prebendas, la izquierda no. Bogotá lo acaba de demostrar.
   Por cierto, Yahír Acuña lo más probable es que pague por su osadía de desequilibrar el poder clientelar en Sucre y la costa Atlántica. A lo mejor le seguían los pasos sus adeptos y contrincantes, y en un descuido le demostraron que él seguirá siendo una "pata pelaa" como lo fue cuando vendía agua en Sincelejo en un burro. Creyó que Santos y Vargas Lleras, bogotanos "perfumados", eran sus amigos.
   Otro ejemplo de democracia clientelizada sobresale en Buenaventura, por cierto, gobernada por "dirigentes" políticos afrocolombianos, al igual que el Chocó, en donde los últimos tres alcaldes han terminado presos, y donde 4 de los 7 candidatos estaban seriamente cuestionados9.
   Zona de masacres, desigualdad social inédita, confrontación armada de todo tipo, y corrupción rampante, Buenaventura constituye un espejo de la política corrupta imperante en amplias zonas del país.

Del clientelismo al menudeo, al gran contrato

    De los Names a los Ñoños. Durante un buen tiempo el símbolo de la politiquería en nuestro país se referenció con políticos de la talla de José Name Terán, todo un experto en clientelismo tradicional, muy al estilo de la escuela del "ilustre" Julio César Turbay Ayala, para quien en su momento, la corrupción debía llevarse a sus justas proporciones: el 10 por ciento de comisión. Pues bien, el clientelismo de antaño se caracterizó por el empleo, la pequeña obra, el abrazo de compadre, y uno que otro contrato. Pero aunque se dice, que esos tiempos quedaron atrás, ya que de por medio está un voto independiente, la televisión y las influyentes redes sociales, hoy lo determinante es el gran contrato, y entre estos, las concesiones viales, eléctricas, mineras, de salud, etcétera, a perpetuidad, las cuales han sido repartidas en algunos departamentos equilibradamente entre grandes parlamentarios.
   Pero hoy en día, la movida está en las discusiones del presupuesto general de la nación, en donde, a través de trampas, que incluyen las Mesas Directivas y Secretarías de Senado y Cámara, así como funcionarios corruptos de Planeación Nacional y el propio Ministerio de Hacienda, y hasta se podría decir que el propio Presidente y sus Ministros facilitan la formación de una camada de congresistas que saben disponer de partidas presupuestales específicas, que luego de ser aprobadas vía presupuesto general, las venden a contratistas, o piden comisiones por las obras a realizar. Este el clientelismo ñoñonizado.
   Este clientelismo toma fuerza desde la reforma constitucional de 1968, cuando Carlos Lleras Restrepo, abuelo de Germán Vargas Lleras, tranzó su reforma con el Congreso, al cual le otorgó los llamados "auxilios parlamentarios", permitiendo a cada congresista –basado en su habilidad delincuencial–, disponer de una suma presupuestal para ser distribuida a su conveniencia entre sus amigos. Por lo general el 50 por ciento de los auxilios parlamentarios de la época terminaban en los bolsillos del clientelismo.
   Con la Constitución de 1991 dicha práctica fue abolida. Pero en las primeras de cambio, tanto César Gaviria, como su ministro de Hacienda –Rudolf Hommes–, los resucitaron por medio de lo que fue llamado como "asignaciones específicas", las mismas que el hoy presidente Santos, como ministro de Hacienda de Pastrana, defendiera ante la Corte Constitucional, ente que los declaró válidos. Dichos auxilios, revestidos como asignaciones, reciben el mote genérico de mermelada.
   La mermelada es repartida por medio de asignaciones de obras que supuestamente se van a hacer en un departamento. Puede ser un puente, escuela, carretera, cancha deportiva, casa de la cultura, etcétera. La suma que un determinado parlamentario recibe es gracias a su poder de manipular las discusiones en las Comisiones Económicas y del bloque que se llegue a conformar en las Plenarias de Senado y Cámara. Pero aquí juega el jefe de Estado, el ministro de Hacienda, el director de Planeación, y los funcionarios corruptos de la administración central.
   Por los Ñoños se entiende la llave de Musa Besaile y Bernardo 'Ñoño' Elías, ambos de La U y del departamento de Córdoba, convertidos en fenómeno en las elecciones del 2014, en las cuales, gracias a que entre 2011 y 2012, Ñoño Elías habría recibido por concepto de cupos indicativos 90.000 millones de pesos, y Besaile 68.000, lo que les permitió reunir votaciones descomunales10.
   Al contar con grandes sumas de dinero, producto de las comisiones de obras, si es que estas se hacen, un político clientelizado o ñoñonizado, puede disponer de grandes recursos para la compra de votos a través de los empresarios de la cedulación, es decir, aquellos que ya tienen su "rebaño" electoral apartado y marcado. Por si es el caso, se puede comprar al registrador de la localidad. Y ni que decir de los medios de comunicación.


2 El Espectador, miércoles 21 de octubre 2014, p. 6
3 Ibíd., p. 4.
4 El Espectador, jueves 8 de octubre 2015, p. 2.
5 http://www.semana.com/nacion/articulo/la-dura-carta-de-clara-lopez-semana-por-el-cubrimiento-de-su-candidatura-la-alcaldia/449196-3.
6 http://lasillavacia.com/historia/cambio-agua-por-votos-en-la-guajira-51286.
http://www.pacocol.org/index.php/comite-regional/la-guajira/9321-aida-avella-ninos-wayuu-mueren-de-sed-y-hambre-mientras-corruptos-cambian-votos-por-agua-en-la-guajira.
7 Por los Ñoños se entiende la llave de Musa Besaile y Bernardo 'Ñoño' Elías, ambos de La U y del departamento de Córdoba.
8 http://lasillavacia.com/historia/con-whiskey-y-billete-yahir-acuna-le-pelea-sucre-al-gordo-garcia-46513.
9 El Espectador, viernes 16 de octubre de 2015, p. 8.
10 http://www.semana.com/nacion/articulo/politica-que-va-de-los-names-los-onos/380536-3.
11 Bobbbio, Norberto. Derecha e izquierda, Taurus, 1995, p. 11.
* Magíster en ciencia política, UniAndes; Magíster en periodismo, Universidad de Bielorrusia

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